Mis tacones perforan con su sonido la fría oscuridad de la noche. Rehuyo las sombras que me acechan en los portales, y me apresuro por las vacuas calles de esta ciudad norteña. Me precipito por la puerta del local sin que Jimbo, el portero, me detenga. Dentro se escucha sonar un piano, risas y vasos de cristal brindando.
Ya estoy a salvo: por fin he llegado al Prostíbulo de Crémer. Ya estoy en casa. En nuestra casa.
Ya estoy a salvo: por fin he llegado al Prostíbulo de Crémer. Ya estoy en casa. En nuestra casa.
1 comentario:
La noche es larga como tus tacones, pero tienes que ganarte el pan, así que ponte a trabajar ya, nena...
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